jueves, 30 de septiembre de 2010

Anónimos

Cardo yesquero, cardo abadejo, cardo azul (Echinops ritro). Fotografía: Ofelia Gasque Andrés.
Este es un poema anónimo encontrado en un campo de concentración nazi en 1944 y está dedicado a todos los anónimos.
El sol ha hecho un velo de oro
Tan hermoso que me duele el cuerpo.
Allá arriba, los cielos lanzan su grito azul.
Por algún error, he sonreído.
El mundo florece y parece sonreír.
Yo quiero volar, pero ¿adónde? ¿a qué altura?
Si puede florecer algo en un alambre con púas,
¿por qué no voy a poder yo? ¡No moriré!

 

 

sábado, 25 de septiembre de 2010

La luz interior

Era un día nublado y la planta estaba en la sombra. Me maravillé ante la luz prodigiosa que parecía nacer de sus entrañas.
Hoy quería dedicar una entrada a mi hijo Maurici, he abierto el archivo de fotos para conectar con alguna imagen y he escogido esta. Cuando se la he mostrado me ha dicho que es una de sus favoritas.
A él no le gusta el sol, su nombre significa el hombre oscuro del desierto y ha encontrado su luz interior.
La cuchara de pastor, alcachofilla, cardo del sol, cucharita de la Virgen, hierba de los pujos, picias, piña de San Juan, piñicas de monte (Leucea conifera). Fotografía: Ofelia Gasque Andrés
 



 


lunes, 20 de septiembre de 2010

Opuntia

 
Nopal, tuna, chumbera (Opuntia vulgaris).
¿Hay otro modo en que podamos conversar sobre nuestras diferencias?
 Fotografías: Ofelia Gasque Andrés.

martes, 14 de septiembre de 2010

Flora austríaca. Impatiens glandulifera.

Pertenece a la familia de las Balsaminaceae o Balsámicas que está integrada por unas 850 especies, la mayoría de las cuales son originarias de Asia y África. Esta familia se caracteriza por sus flores delicadas y carnosas, de gran colorido y rápido crecimiento. Tienen tendencia a escaparse de los jardines y extenderse a gran velocidad. Esta especie fue llevada del valle de Cachemira en la India a Gran Bretaña en 1839, y desde entonces ha ido extendiéndose por el resto de Europa.




Es una planta anual que crece en valles fluviales, vegas húmedas y las lindes de los bosques. Antes de la llegada del calor estas plantas tienen un aspecto bastante lastimoso. Parece como si las ortigas y las malas hierbas estuvieran apunto de cubrirlas. Pero de repente, pasado el día de San Juan, empiezan a crecer y a ramificarse derrotando a sus vecinas. Su crecimiento es exuberante e impetuoso: absorben el agua subterránea, lo cual hace que se hinchen los nudos de sus tallos rojizos y provoca el goteo del líquido sobrante en las hojas y brotes. Si una tormenta derriba los tallos de hasta dos metros de altura, rápidamente vuelven a desarrollarse nuevas raíces en todos los nudos que tocan el suelo. En otoño, cuando la mayor parte de las plantas se han marchitado y echado las semillas, Impatiens sigue floreciendo desenfrenadamente. Sólo la llegada de las heladas acaba con su fuerza expansiva.




Su inflorescencia es soberbia y las flores son sorprendentemente delicadas para una planta tan poderosa. Los delicados pétalos violeta están unidos de dos en dos y forman una garganta o boca abierta, semejante a una orquídea, que sirve de invitación a los abejorros para que beban su néctar y se impregnen de su polen. Dos sépalos rojos se unen formando una especie de corona con espolón, como si la flor llevase una caperuza. Las flores penden de sus folíolos y son sensibles a la más leve brisa. Al mecerse, articulan sus movimientos como gráciles bailarinas. El ovario superior forma una cápsula que se rompe con un perceptible sonido al más mínimo toque y arroja sus semillas a varios metros de distancia, como si de proyectiles se tratara, consiguiendo una rápida colonización del terreno.




En China las balsamináceas tienen numerosas aplicaciones internas y externas en trastornos como el reuma, los resfriados, las inflamaciones glandulares, los forúnculos y las enfermedades de la piel. Con las flores frescas se tratan las infecciones por hongos de las manos. Los científicos chinos han podido demostrar que los extractos de Impatiens inhiben el desarrollo bacteriano.




Preparada en esencia, la flor es capaz de transformar la impaciencia, la precipitación y la irritabilidad, en un modo de obrar y pensar con rapidez compatible con la paciencia, la delicadeza, la compasión y la afabilidad.




Impatiens glandulifera. Fotografías: Sandra Gasque Andrés.

Información extraída del libro "Flores que curan el alma" de Mechthild Scheffer y Wolf Dieter Storl.


jueves, 9 de septiembre de 2010

Tormenta

¿Son las nubes lo más grande que hay en el planeta?
 





 

 
Puesta de sol tormentosa en Vilanova i la Geltrú. Fotografías: Ofelia Gasque Andrés
























miércoles, 8 de septiembre de 2010

Jam Session



















El Jazz nació cuando la música extendió sus alas.

Las lágrimas de la Virgen, cola de liebre (Lagurus ovatus). Fotografías: Ofelia Gasque Andrés.